Asia, Alma y Laberinto

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Libro editado por Llibros del pexe en 2002

Una visión del otro lado del mundo

Por qué alguien como yo habría de decidirse a viajar por Asia, alguien que ama profundamente las comodidades de la vida cotidiana, degustador de páginas gastadas y músicas en las que nos sorprende que la belleza sea siempre nueva. Por qué alguien así habría de embarcarse en una endeble armazón de aluminio para sufrir durante largas horas tan enorme número de incomodidades en el cuerpo como tormentos en el alma, la tortura de un asiento exiguo, el rugido incesante de los reactores, una serie de televisión absolutamente estúpida que todos miran embobados, los chillidos de un niño que no para de llorar; sólo él parece ser consciente de la locura en la que estamos inmersos, este surcar la noche solitarios y raudos, a diez kilómetros de altura sobre ninguna parte.

Y sin embargo, a la llegada, debo decir que siempre me esperaba el vértigo de un descubrimiento. Algo como las aguas terrosas de una orilla del océano Índico, mientras amanecía bajo nubes rosadas una frágil mañana de monzón en Bombay. O un doble bosque con árboles y rascacielos que se perdían en el horizonte, en Pekín. O el aterrizaje en Birmania, una visión de arrozales anegados y minúsculos stupas blancos.

Y el placer de ir con Mario y Concha, dos viejos amigos que tienen siempre una sonrisa para mitigar el maleficio de la distancia.

Asia, alma y laberinto es en primer lugar una crónica de nuestro peregrinar estival, durante siete años, por los caminos y los aeropuertos de Asia. Está construido con recuerdos de ciudades, paisajes y gentes, y es un intento de compartir estos recuerdos. Se unen en él reflexiones sobre el arte y la historia, la geografía, y cómo no, también la geología, porque no podemos olvidar que son las placas que conforman la epidermis de la Tierra las que arrastran los continentes, abren los océanos y elevan las montañas. La magia de Petra, por ejemplo, o el aéreo aislamiento del Tíbet, son sólo consecuencias de estos juegos de las placas.

Sin embargo, hay sobre todo en este libro un itinerario íntimo que reincide en las búsquedas de mis poemarios juveniles. Andamos en Asia los caminos del Buda y de Chuang Tzu, y nos encontramos cara a cara con los que encarnan hoy las esencias del dharma y el tao . En alguien proclive a reflexiones sobre el sentido del ser, era inevitable que todos estos viajes condujeran también a una indagación en esta línea. Aunque esta inquietud está presente a lo largo de todo el libro, cristaliza sobre todo en un capítulo final cuya historia requiere una explicación.

Mientras remataba Asia, alma y laberinto , daba vueltas también en mi cabeza a una idea que en principio no tenía relación ninguna con el libro, un problema a caballo entre la física y la psicología, y muy relacionado con el significado de la conciencia. Se trata del famoso experimento mental del doble, que supone la existencia teórica de un ser que sería una réplica exacta, átomo a átomo de nuestro propio cuerpo. Este ser tendría los mismos recuerdos y todo lo demás que yo, pero no sería yo. El experimento conduce a un sinfín de trascendentes reflexiones que me tenían enfrascado, como digo, en los mismos días en que terminaba de escribir Asia, alma y laberinto. Curiosamente entonces, amanecí un día con el convencimiento de que el experimento del doble no hace más que corroborar la esencia teórica del budismo, la teoría de los agregados, y de que todo ello podía ser expresado en un sutra budista. De hecho, desperté con las palabras del sutra sonándome literalmente en la cabeza con toda su solemnidad teatral y su estilizado humor. En un par de horas estas palabras estaban también en la memoria de mi ordenador, y me pareció que eran el remate ideal para un libro sobre Asia.

A veces, a la vuelta del viaje me descubría a mí mismo tratando de fijar en un papel la emoción de la noche que irrumpe en medio del Gobi, o el bullicio de una calle de Damasco cuyo nombre aparece en la Biblia. Estas páginas daban forma a recuerdos que se tornaban obsesivos porque presentía en ellos ventanas privilegiadas sobre territorios perdidos para los ojos y la mente. Este es el impulso que hizo surgir el libro como una voluntad de contemplar algunas imágenes lejanas de la eterna historia del mundo vislumbradas en el alma y el laberinto de Asia.

 

Sobre este libro

Nota en La Nueva España sobre la presentación del libro en el Club Prensa Asturiana de Oviedo

Intervención de Xuan Bello en la anterior presentación (en asturiano)

Entrevista de Jose Luis Piquero en Les Noticies (en asturiano)

Reseña de Fernando Rodríguez Lafuente en Blanco y Negro Cultural

Reseña de Martín López-Vega en Clarín

Artículo de Raquel Arenas en La Voz de Asturias