Primera versión en Rebelión el 16 de diciembre de 2014

El historiador libertario Julián Vadillo Muñoz nos ofrece en este libro, editado conjuntamente por LaMalatesta y Tierra de fuego en 2011, una aproximación a la figura de Mauro Bajatierra Morán, pionero del anarquismo madrileño en los comienzos del siglo XX y eminente cronista de los frentes durante la Guerra Civil. El volumen es uno más que llega felizmente a puerto de los proyectos de su autor, volcado en la recuperación de la historia del movimiento obrero y el anarquismo  en el centro de la península.

Mauro Bajatierra nace en Madrid en 1884. Su padre era propietario de una tahona y el oficio de panadero será el suyo hasta que la guerra le haga trocarlo por el periodismo. Toda su vida militó en la Sociedad de Obreros Panaderos, dominante en la capital y perteneciente a la UGT, aunque pronto sus ideas fueron anarquistas y formó parte de grupos libertarios ya desde la década de 1910, siendo probable que tuviera también el carnet de la CNT cuando esta desarrolló su estructura en Madrid. En el congreso de la UGT en Madrid en 1916 tuvo un papel destacado tratando de promover (sin demasiado éxito, todo hay que decirlo) tácticas de convergencia con la CNT. Es el mismo año en que es iniciado en la masonería.

En los años siguientes, Mauro Bajatierra participa activamente en las luchas obreras, siendo dos hitos importantes la huelga general revolucionaria que convocan solidariamente UGT y CNT en agosto de 1917 y el congreso de la CNT del teatro de la Comedia, en diciembre de 1919. Tras la ejecución en 1921 del presidente del gobierno Eduardo Dato, instigador de la más feroz represión antiobrera, por parte de los anarquistas Luis Nicolau, Pedro Mateu y Ramón Casanellas, Mauro Bajatierra es procesado por complicidad, pero la acusación de haberles proporcionado armas queda desmontada en el juicio y es absuelto en octubre de 1923, ya en plena dictadura. Antes de terminar el año, las amenazas que sufre lo hacen exiliarse en Francia.

En una carta a Diego Abad de Santillán de 1925, reproducida en el libro, queda claro que la prioridad de Bajatierra era buscar un amplio entendimiento con todos los sectores progresistas para traer la república y con ella un marco de libertades para la actividad sindical y educativa que permitiera llevar la sociedad hacia la anarquía. Le relata también a Santillán su oposición a la intentona de Vera de Bidasoa de noviembre de 1924, que presenta como una locura sin ninguna posibilidad de éxito. Durante la dictadura, Mauro Bajatierra reside en Francia varios años y publica artículos en la prensa ácrata, así como pequeñas obras para la colección La novela ideal, que sacaba la familia Urales. En 1927, participa en la fundación de la FAI y en ella colabora desde ese momento. Más tarde parece ser que intervino, en representación de los libertarios, en las conversaciones y negociaciones que acabaron trayendo la II República.

La CNT, que había luchado contra la dictadura, no se opone a la proclamada república, pero exige la inmediata libertad de los presos. Durante el “bienio progresista”, Mauro Bajatierra defiende en mítines y artículos un programa radical que choca con la tibieza del ejecutivo. Será encausado por sus opiniones varias veces, pero sin mayores consecuencias. Tras las elecciones de noviembre de 1933, prosigue con su labor de agitación, insistiendo, sobre todo a partir del fracaso de la insurrección de octubre de 1934, en la necesidad de una convergencia de acción con la UGT.

Tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, al que no fue ajeno que la CNT no promoviera la abstención, se precipitan los acontecimientos. Mauro Bajatierra derrocha actividad en estos meses y con el estallido de la guerra comienza una fecunda labor de corresponsal en los frentes. Cuando Madrid cae a finales de marzo de 1939, renuncia a la evacuación según el testimonio de Eduardo de Guzmán en su libro autobiográfico La muerte de la esperanza, y muere acribillado en un tiroteo a la puerta de su casa, en la calle Torrijos del barrio de La Guindalera.

El volumen trae un capítulo muy detallado sobre la producción periodística de Mauro Bajatierra. Su colaboración en la prensa ácrata se inicia en 1907 y a partir de entonces es habitual, con algunas incursiones en medios burgueses, como El Liberal y otros revolucionarios de amplio espectro, como La Tierra, fundado en 1930 y dirigido por Salvador Cánovas Cervantes. En este publicó durante 1932 interesantes artículos sobre la situación en el campo andaluz. Sus crónicas de guerra son alrededor de setecientas cincuenta (algunas fueron censuradas) y aparecieron en CNT, aunque eran reproducidas en otros periódicos confederales. Comienza en el frente de la Alcarria y se suma luego a la defensa de Madrid, para volver a Guadalajara en la primavera de 1937 y relatar desde allí la primera derrota del fascismo en el campo de batalla. Bajatierra regresa después a Madrid, aunque también visita otros frentes. Sus últimos reportajes son sobre el golpe de Casado, que apoyaron los libertarios junto a republicanos y socialistas de variadas tendencias.

Mauro Bajatierra era inconfundible en las trincheras de aquel Madrid sitiado. Grueso y no muy alto, con ojos sonrientes y poblado bigote, derrochaba actividad en cualquier momento, ya fuera poniéndose en vanguardia en un asalto o aderezando un guiso en el parapeto. Se volcaba en ayudar a los soldados, consiguiéndoles libros, jabón o lo que necesitaran. Sus crónicas se han puesto entre las mejores que se publicaban en Madrid. Nos dibuja en ellas los pormenores de un episodio de la lucha, el retrato de combatientes de uno y otro bando, o nos hace compartir el dolor por el amigo muerto; de todo encontramos, aliñado cuando es posible con una gota de fino humor.

El último capítulo se dedica al Bajatierra literato, autor de veintisiete volúmenes de novelas y cuentos, varios de ellos ilocalizables, y tres obras dramáticas que retoman los argumentos de algunas de las novelas. Estas presentan siempre a personajes que en distintos contextos encarnan las ideas del progreso social, hombres cultos capaces de poner de manifiesto la corrupción e injusticia de la sociedad y la necesidad de su transformación. La defensa del amor libre y la crítica de la Iglesia son también muy frecuentes. La violencia que se muestra es la que caracteriza la opresión de los poderosos, y la de los obreros sólo se justifica cuando es imprescindible.

El volumen se completa con una relación de las obras literarias de Mauro Bajatierra y una colección de fotografías, emocionantes recuerdos de un hombre que comenzó tratando de dinamizar el sindicalismo de clase junto a gentes como Salvador Seguí o Ángel Pestaña y acabó dando la vida en la brutal acometida del fascismo que siguió a todo aquello. Con Mauro Bajatierra, anarquista y periodista de acción, Julián Vadillo rescata del olvido a una figura señera del anarquismo madrileño y un movilizador de las luchas sociales de las cuatro primeras décadas del siglo XX.