Primera versión en Rebelión el 17 de mayo de 2016

Reservoir Gráfica puso en circulación en 2010 Notas al pie de Gaza de Joe Sacco, con traducción de Marc Viaplana, que ya va por la sexta edición; la edición original inglesa es de 2009. Se trata del segundo libro que este historietista dedicó a los conflictos de esa zona, tras Palestina (1993). En un prólogo, Sacco nos cuenta la génesis de la obra; tres viajes a Gaza entre 2001 y 2003 sirvieron para recoger testimonios sobre las matanzas ocurridas en 1956 en dos localidades del sur de la franja: Rafah y Khan Younis. Hay que decir, además, que estas pesquisas se realizaron durante la segunda intifada, mientras la destrucción de vidas y viviendas palestinas a manos de Israel seguía siendo algo cotidiano. El final de la última estancia coincide con el comienzo de la invasión de Iraq. Aparte de información novedosa sobre los asuntos investigados, el libro aporta una impactante síntesis de la historia de la región.

Tras la Nakba (desastre) de 1948, cuando los ejércitos árabes fueron arrollados por el estado de Israel recién proclamado, muchos palestinos expulsados de sus hogares se asentaron en la franja de Gaza, triplicando su población. Vivían en refugios improvisados, y luego los cuáqueros trajeron grandes tiendas de campaña y empezaron a distribuir comida; testimonios de supervivientes nos acercan a la dura vida de aquel tiempo. La UNRWA reemplazó a los cuáqueros en 1950, y las casas de adobe construidas por los propios desplazados fueron sustituidas por otras mayores de ladrillo. Los que trataron de regresar a su tierra, donde sus cultivos tenían nuevos dueños, fueron muchas veces asesinados sin contemplaciones. Los dibujos de Sacco muestran el aspecto cambiante de los campos hasta la actualidad, las precarias formas de subsistencia y los casos de penuria extrema que se dan en ellos.

Khan Younis

A pesar de que el visado de prensa le es denegado, Sacco consigue colarse en Gaza desde Israel y se establece en Khan Younis (vieja ciudad con un campo de refugiados adyacente) con el fin de recoger datos sobre lo ocurrido en 1956. Su amigo Abed es un fiel guía que le aporta toda la ayuda imprescindible. Pronto los testimonios empiezan a alumbrar un relato. Tras el asesinato de 42 civiles (38 de ellos mujeres y niños) por parte del coronel Ariel Sharon y sus tropas en octubre de 1953 en la aldea de Qibya, los guerrilleros que se conocían por el nombre de fedayín, apoyados por Egipto, realizaron incursiones y atentados en territorio de Israel. En respuesta, la noche del 31 de agosto de 1955, un ataque con tanques al puesto de policía de Khan Younis dejó 72 muertos egipcios y palestinos. Nasser canceló entonces la campaña fedayín y siguió una calma tensa en la que los israelíes trataban de provocar a los árabes a una guerra abierta sin lograrlo.

En abril de 1956, tras un intercambio de disparos en la frontera, un bombardeo israelí sobre Gaza produce 50 víctimas civiles y Nasser moviliza de nuevo a los fedayín, pero el asesinato por Israel en julio de su jefe, Mustafá Hafez, supone un duro revés. En octubre, las tropas israelíes invaden la franja de Gaza; tanques y aviones contra fusiles les otorgan una victoria aplastante y es en ese momento cuando tiene lugar la masacre de Khan Younis. El 3 de noviembre los soldados dan muerte allí de forma sistemática a todos los hombres que encuentran. Sacco presenta infinidad de testimonios y describe fielmente lo ocurrido con sus dibujos. 275 personas fueron asesinadas a sangre fría aquel día. Por supuesto, el relato israelí de los hechos habla de resistencia palestina y una violencia proporcionada por parte de sus tropas.

Rafah

En esta localidad, fronteriza con Egipto y que también integra una vieja ciudad (30000 habitantes) y un campo de refugiados contiguo (90000 habitantes), Sacco se instala con Abed en una amplia casa de Sea Street, justo entre la ciudad y el campamento. Los primeros días le sirven para tomar contacto con la cruel realidad de las demoliciones de casas que los israelíes ejecutan con buldóceres en la zona fronteriza, represalias casi indiscriminadas por la existencia de túneles en ella. Visitas a los afectados nos acercan a su angustia por la destrucción de lo que significa muchas veces los ahorros de toda una vida. En ocasiones estos ataques son “resistidos” por militantes armados que de hecho sólo empeoran las cosas o pequeños grupos de activistas extranjeros con pancartas. Una joven norteamericana fue muerta al ser atropellada por un buldócer durante la última estancia de Sacco en Gaza.

La invasión israelí de finales de 1956 fue aquí también el desencadenante de la tragedia que Sacco deseaba documentar. Tras escuchar y contrastar numerosos testimonios, el relato que emerge es que todo comienza cuando el 12 de noviembre un jeep del ejército israelí con altavoces recorre las calles de Rafah ordenando que los hombres entre 15 y 60 años se reúnan en la escuela. Posteriormente, los concentrados allí son apaleados y se trata de identificar combatientes entre ellos, produciéndose a lo largo del día numerosos asesinatos (111según datos de la UNRWA). Sigue la colección de mentiras que constituye la versión oficial israelí de lo ocurrido.

Aquí cada día es 1956

En un momento alguien interpela a Sacco: “¡Por qué el pasado? ¡Mire el presente!” Él responde: “Dentro de cincuenta años, se habrán olvidado de esto también.” Pasado y presente se engarzan en una continuidad perfecta, y lo de ayer es lo que tiene más peligro de ser borrado. Notas a pie de página como las que aporta este libro resultan imprescindibles para perfilar la imagen, en toda su larga historia, del genocidio del pueblo palestino que ejecutan brutales el sionismo y sus instituciones, y que cada día los medios dominantes nos fuerzan a percibir como un “conflicto” en el que las culpas se dividen casi a partes iguales.

En el relato de Sacco nos sobrecogen los testimonios de hoy: de los que luchan y aguardan la muerte azotados a veces por el desánimo, de los más indefensos, como los ancianos o los niños que no pueden entender por qué ese odio salvaje se ensaña con ellos; pero los dibujos, de soberbio realismo, ponen ante nosotros a todos los protagonistas con una proximidad humana que nos hace partícipes de sus avatares a través del tiempo. Es por esto que la conjunción de arte e historiografía resulta fundamental en este caso para alumbrar los abismos del pasado.

Notas al pie de Gaza nos muestra infinitamente cercanos a seres de todas las edades, caracteres y condiciones atrapados en un infierno que parece no tener fin, pero que podría comenzar a tenerlo si los que lo contemplamos impasibles nos decidiéramos a usar las armas poderosas que están a nuestro alcance, como un boicot implacable y una protesta que atruene los cimientos del orbe.