Primera versión en Rebelión el 10 de agosto de 2022

Economía anticapitalista en Rojavase plantea como objetivo analizar el proceso revolucionario de autoorganización que se está desarrollando en el Kurdistán sirio, repasar su historia y desentrañar tanto sus claves económicas como los desafíos a los que se enfrenta. Su autora es Azize Aslan, que dejó su tierra kurda para estudiar economía en Estambul y después sociología en Puebla (México). Aquí presentó en 2021 una tesis doctoral que sirvió de base para el libro, un proyecto conjunto de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Bajo tierra Ediciones.

La obra viene con palabras liminares de Fernanda Navarro y John Holloway, asesor de la tesis, y trae también una introducción de la autora, en la que conocemos detalles de su biografía. Cuando tenía siete años, su familia tuvo que dejar su hogar en Rojava a causa de las agresiones desde Turquía para establecerse en este país. Azize militó en un partido leninista turco mientras estudiaba en Estambul, pero sentía que en él no se daba suficiente importancia a la opresión particular que sufría su pueblo. Debido a ello, comenzó colaborar con grupos juveniles kurdos de izquierdas, al tiempo que crecía su interés por los procesos de economía cooperativa que se desarrollaban en Rojava. Éstos iban a ser el leitmotiv de todo su trabajo posterior, que incluyó dos estancias en la región en 2018 y 2019.

La lucha de los kurdos

Divididos en la antiguedad entre el imperio otomano y el persa, los kurdos pasaron a estarlo, después de la Gran Guerra, entre los estados nacionales que se crearon por entonces en la región, situación que dio lugar a revueltas ya en los años 20 en Bakur (Kurdistán turco). En la década de 1960, los movimientos socialistas kurdos, inspirados en el marxismo-leninismo y apoyados desde la URSS, defendían la constitución de un estado propio y en el marco de estas luchas, entre 1989 y 1993, la revuelta de Bakur derivó en una guerra en la que el gobierno turco recurrió a destrucción de aldeas y migraciones forzadas.

El colapso del socialismo real indujo un importante cambio de estrategia y así comenzó a extenderse entre los kurdos un modelo de “revolución popular”, en el que Aslan observa notables similitudes y confluencias con el proyecto de los zapatistas en Chiapas. En ambos casos se trata de construir una democracia directa como base de transformaciones sociales que, reforzando la solidaridad y el apoyo mutuo, permitan superar el capitalismo. La estructura política que los kurdos pretenden instaurar se define como confederalismo democrático y recoge ideas del norteamericano Murray Bookchin. Más allá de la “independencia” y la “construcción nacional” reivindicadas clásicamente, el objetivo pasa a ser la “autonomía”, esto es, el derecho a la autodeterminación de las comunidades. Ésta no debe entenderse como algo que se reclama al estado, sino como una alternativa al sistema estatal y al capitalismo que éste encarna, capaz de cristalizar en una “nación democrática”, respetuosa con los diversos grupos étnicos y religiosos que la integran.

Tras algunas experiencias en Bakur, el proyecto ha logrado desarrollarse sobre todo en Rojava y otras regiones del norte de Siria, aunque con los problemas y contradicciones que se analizan en el libro.

Historia y presente de Rojava

En 1963 el régimen baaz sirio, recién constituido tras un golpe militar, decidió negar la ciudadanía a los kurdos de Rojava, confiscar sus propiedades y desplazarlos a otros lugares. A pesar de esto, el enfrentamiento existente por aquel entonces entre Damasco y Ankara propició que, tras fundar el PKK en 1978, el líder kurdo Abdullah Öcalan hallara apoyo para sus proyectos en el mismo gobierno sirio que practicaba una dura represión en Rojava, de forma que éste permitió el adiestramiento de las milicias del PKK en el valle de la Bakaa entre 1986 y 1992.

Durante la guerra civil siria, los éxitos militares de las Unidades de Protección Popular kurdas (YPG) consiguieron que en 2012 pudiera proclamarse una autonomía, ratificada en 2014, basada en la neutralidad en el conflicto y una actitud defensiva, que exigió una heroica y denodada lucha contra el Estado Islámico (EI). En estos combates, en los que el capítulo más destacado fue la victoriosa defensa de Kobane por las YPG, se contó con el apoyo de los estadounidenses, que sin embargo luego traicionaron a sus “amigos” kurdos, permitiendo la ocupación por Turquía de sectores del norte de Siria.

A partir de 2017 hasta el presente se aprecian tendencias negativas, de “institucionalización”, en la evolución de la autonomía de Rojava, marcadas por una centralización de los recursos económicos y el surgimiento, tras las elecciones que se han celebrado, de una clase gobernante asalariada. No obstante, la organización en comunas democráticas crece imparable, tal como observó Aslan en sus estancias de 2018 y 2019, lo que resulta un antídoto contra la degeneración burocrática.

Buscando alternativas al capitalismo

Un capítulo fundamental del libro está dedicado las formas de trabajo y producción comunitarias que se multiplican en Rojava en todos los campos. Se trata de proyectos para construir una economía en la que los recursos sean de carácter público y sólo el pueblo pueda decidir cómo utilizarlos. Las cooperativas son elementos claves de esta estructura, y la autogestión es otro rasgo esencial, aunque ésta se entiende en un sentido amplio, como la toma democrática de decisiones en todos los ámbitos de la sociedad (economía, educación, sanidad, etc.).

Rojava es una región eminentemente agrícola y el régimen de propiedad de la tierra es variado y complejo. Con el establecimiento de la autonomía, no se optó por una política radical de expropiaciones, pero se promovieron cooperativas en los terrenos abandonados por el estado o que pertenecían a terratenientes colaboradores del EI. La perspectiva ecológica se materializa en la diversificación de los cultivos y en la reforestación que se está realizando en muchas áreas.

En el aspecto industrial, se aprecian graves dificultades relacionadas con el contexto capitalista y la situación bélica, pero así y todo, se han desarrollado exitosos ensayos de autogestión en talleres textiles, de carpintería, de envasado de vegetales y carne, y de producción de electricidad y fertilizantes. El reto sería trasformar estos talleres en cooperativas, pero la dinámica que el sistema impone es más bien de burocratización y planificación que de economía comunal. Además, muchos trabajadores prefieren recibir un salario fijo antes que arriesgarse a una gestión compartida.

Respecto al comercio, una experiencia interesante fue la de la cooperativa Hevgirtin, amplia red de distribución que funcionó hasta 2019 y evitaba las fluctuaciones de precios, potenciando la producción de industrias locales. Como rasgo negativo se señala su lógica capitalista de repartir dividendos entre las familias propietarias. Los mercados femeninos establecidos en varias provincias son un proyecto prometedor, que desafía al patriarcado y empodera a las mujeres, invisibilizadas en la sociedad tradicional. Otro aspecto a destacar es que los grandes comerciantes que importan bienes a Rojava desde Iraq no son partidarios de la autonomía, sino de la independencia de la región en un estado kurdo.

El futuro de la solidaridad

Tras el inicio de la guerra civil siria en 2011, la población kurda de Rojava comenzó un proceso de autoorganización que en el momento actual se extiende por todo el norte del país, agrupando pueblos de diferentes etnias e identidades religiosas en una estructura democrática. El régimen de Damasco sigue manteniendo presencia militar y policial en la región no obstante, y el equilibrio de fuerzas impide al movimiento autonómico realizar, por ejemplo, una reforma agraria profunda. Al norte, los ataques desde Turquía y la represión que ésta ejerce en su provincia kurda (Bakur) son una fuente continua de conflictos, mientras que al este, la opción autonómica contrasta con los planes del gobierno del Kurdistán iraquí (Bashur) de constituir un estado que incluya Rojava.

En esta tensa situación, con Rojava, una planicie rica en agricultura y petróleo, asediada desde todas partes, los datos aportados por Azize Aslan en Economía anticapitalista en Rojava muestran meridianamente la pugna entre los procesos centralizadores y explotadores del capitalismo y el estado, y el proyecto libertario y solidario en desarrollo, que reivindica autonomía para todos los habitantes de la región. Se trata sin duda de un reto difícil, pero la experiencia de la autora es que tiene probabilidades de éxito. Esto es así porque lo que se está produciendo en el norte de Siria es el resurgir de una forma de entender las relaciones humanas a la vez muy vieja y muy nueva en el capitalismo, una propuesta de sociedad basada en el diálogo y la solidaridad, con asambleas y comunas como instrumentos.

El peligro de institucionalización y burocratización del proyecto en el contexto que se vive en el norte de Siria es poderoso, pero la estricta lógica democrática implementada permite conjurar el riesgo de construir jerarquías. A través de los ejemplos de organización descritos, comprendemos que más que una estructura económica, el cooperativismo que se está desarrollando es una mentalidad que impulsa a compartir y trabajar solidariamente.

En este mundo nuestro se multiplican, del Kurdistán a Chiapas, los ejemplos de cómo en las condiciones más difíciles los seres humanos somos capaces de encontrar vías para la gestión democrática de los diversos aspectos de la vida. Con Economía anticapitalista en Rojava,Azize Aslan deja clara la necesidad del apoyo de todos para que esos proyectos tengan éxito, pero demuestra también que son ellos, con su tesón y coraje, los que están marcándonos el camino, porque su lucha es la nuestra.