Primera versión en Rebelión el 24 de abril de 2012

Quién no se lo ha planteado alguna vez. Supongamos que algún poder inimaginable nos permite retroceder al pasado. Qué momento histórico privilegiado nos hubiera gustado vivir. Muchos juzgarán que contribuir, aunque fuera mínimamente, en determinados acontecimientos daría sentido a su vida; pensarán incluso que el simple hecho de respirar el aire de aquellos días o contemplar cara a cara a sus protagonistas sería ya una recompensa suficiente. Las respuestas serán bien distintas y darán una buena medida de las obsesiones de cada uno. Yo, por mi parte, lo tengo claro. Mi día es el 19 de julio de 1936, y mi lugar la ciudad de Barcelona. Lo que allí ocurrió en esa fecha bien puede servir para iluminar los desvelos de cualquiera que ansíe un orden social más justo para este mundo nuestro.

Diego Camacho (1921-2009), que había nacido en Almería de padres jornaleros, sí que tuvo la suerte de vivir ese día en la capital de Cataluña, donde regentaba un pequeño quiosco de prensa, en el passeig de Sant Joan. Desde entonces se involucró activamente en la lucha contra el fascismo, lo que lo llevaría a conocer los campos de concentración franceses, las cárceles franquistas y el exilio. Años más tarde, Diego Camacho llegaría a ser bien conocido, con el pseudónimo de Abel Paz, como historiador del anarquismo, con libros como La cuestión de Marruecos y la República española, CNT 1939-1951. El anarquismo contra el Estado franquista, su biografía de Durruti (traducida a catorce idiomas) o los tres tomos de sus memorias. En su obra no podía faltar tampoco el relato de sus experiencias en aquellos días cruciales. Ediciones Flor del viento tuvo la buena idea en 2005 de reunir en un volumen los dos textos que Abel Paz les había dedicado, publicados por primera vez en Francia: Guérre d’Espagne (Hazan, 1997) y Paradigma de una revolución (Ediciones de la AIT, 1967, prefacio de Federica Montseny). El libro lleva además un prólogo de Ramón Serrano Ballasch y viene ilustrado con acuarelas de José Luis Rey Vila (Sim) sobre la Guerra civil española.

Una traducción de Guérre d’Espagne, debida a Ramón Alonso, sirve de introducción al volumen. Se recogen aquí las vivencias del joven quiosquero anarquista en la ciudad  agitada, cuando la rutina diaria se rompe ante la sublevación inminente, los trabajadores velan y el gobierno hace como si no pasara nada y “daba la impresión de temer más a los obreros que a los militares”. La noche del sábado 18 de julio, conmocionado por las noticias que llegan de toda España, un enorme gentío exige en la plaza de Sant Jaume que se le repartan armas. A las cinco de la madrugada, comienzan en la ciudad los movimientos facciosos, que son anunciados por la radio y, solo entonces, los guardias que custodian el Palau de la Generalitat distribuyen a su albedrío las escasas armas que les sobran, con lo que la muchedumbre se dispersa para combatir a los insurrectos. Ya en marcha, nada podrá contenerla.

El joven Diego vive en esas horas el sueño de la revolución. Son horas de lucha en las que la multitud es protagonista, apoyada por fuerzas leales de Asalto y la Guardia Civil, y es al fin la victoria, conseguida al precio de mucha sangre. Los coches circulan entonces por las calles y avenidas con las siglas heroicas pintadas en sus carrocerías, y tres golpes de claxon señalan por todas partes de quién ha sido la victoria. Pero, en la tarde del lunes 20, poco después de finalizar los combates, un pleno regional de la CNT decide democráticamente renunciar a la toma del poder. Los anarquistas no quieren ese poder que está al alcance de sus manos, pero que sería el contrasentido de una dictadura anarquista, quieren sólo la derrota del fascismo y la unión de toda la población con ese objetivo. Lluis Companys sigue así en el gobierno de la Generalitat y la CNT  apoya la constitución de un Comité de Milicias Antifascistas en el que participarán todos los partidos políticos democráticos.  El 24 de julio, la columna Durruti parte para el frente de Aragón. El texto termina con la vuelta al trabajo el lunes 27 tras la semana de las grandes conmociones, regreso a la realidad de cada día con la posibilidad pocas veces probada de construir una sociedad distinta.

Paradigma de una revolución llevaba como subtítulo “Las treinta horas de Barcelona” y es con este rótulo con el que se incorpora al volumen. Son ciertamente treinta horas aproximadamente las que van de la madrugada del día 19 en que comenzó la sublevación y las dos de la tarde del lunes 20 en que se rindieron los últimos reductos facciosos. Lo que contiene esta parte del libro es un relato riguroso de los prolegómenos de la revuelta en Barcelona y el desarrollo de la lucha en las calles, sin que falten los itinerarios de las unidades insurrectas por la ciudad y una descripción de los combates en que fueron contenidas y derrotadas. Son los pormenores tácticos de la “batalla de Barcelona” en la que el coraje y la voluntad decidida de las masas fueron capaces de suplir sus deficiencias técnicas y organizativas para conseguir una victoria crucial sobre el fascismo. No faltan tampoco las peripecias de los generales sublevados y los que se mantuvieron fieles a su juramento, y conocemos los detalles de la muerte de Francisco Ascaso en el asalto a Atarazanas o las conversaciones de los dirigentes de la CNT con Lluis Companys tras el fracaso de la sedición.

Nunca terminará la discusión sobre lo que podría haber ocurrido si…, pero queda para la historia la experiencia única de unos revolucionarios que tras cercenar los tentáculos de un poder que se mostraba con su rostro más brutal, optaron libremente por la colaboración y la democracia para derrotar al fascismo al mismo tiempo que se promovía la construcción de una sociedad distinta desde sus cimientos, basada en principios cooperativos. La guerra de España: paradigma de una revolución de Abel Paz es un libro importante para conocer mejor los acontecimientos de unos días de julio de hace setenta y seis años en que lo imposible estuvo al alcance de la mano.