Primera versión en Rebelión el 22 de noviembre de 2023

La periodista y escritora Alba Sidera (Girona, 1979), afincada en Roma desde 2007, se ha especializado en el estudio de los movimientos de extrema derecha europeos y la política italiana contemporánea, asuntos sobre los que versa Fascismo persistente (Escritos contextatarios, 2023). Publicado originalmente en catalán en 2020 y actualizado ahora en una traducción de Paloma Farré, este libro revela la deriva inquietante del país transalpino en los últimos tiempos, resultado de un proceso global que no deja de proyectar sombras ominosas sobre muchas regiones de Europa.

Como señala en su prólogo Miquel Ramos, desde la aparición de la versión previa del libro la situación no ha hecho más que empeorar, con el acceso de Giorgia Meloni al poder y la derecha asumiendo los postulados xenófobos de la extrema derecha. Hay que decir además que los ideólogos reaccionarios han aprendido mucho, y se afanan ahora en parecer razonables, de forma que el nuevo fascismo, sin renunciar completamente al viejo, trata de distanciarse de él y conquistar a las masas con un rostro amable.

La extrema derecha gobierna ya en varios países de Europa y en otros podría hacerlo en breve, con lo que comprender la dinámica del proceso en curso tiene una urgencia extraordinaria. A ello dedica sus esfuerzos Alba Sidera en este trabajo.

Una crónica de la resurrección del fascismo

Mussolini acabó sus días fusilado y ultrajado, pero Predappio, su localidad natal en la Emilia-Romaña, en la que además reposan sus restos, es hoy un activo centro de peregrinación para personas de todo el mundo que veneran su memoria. En las tiendas de souvenirs se exhiben bates de baseball decorados con consignas del white power, bustos del Duce y el Führer y ropa con símbolos fascistas hasta pare bebés. El 28 de octubre, aniversario de la Marcha sobre Roma, la pequeña ciudad se convierte en un hervidero de camisas negras, llegadas de toda Italia, desfilando brazo en alto hasta el cementerio. A trece kilómetros está Villa Carpena, donde el dictador vivió con su familia, mansión llena de recuerdos suyos y visita obligada para nostálgicos.

Hace un siglo, cuando el fascismo irrumpió en escena con sus planteamientos antidemocráticos y su violencia, ya se discutió la conveniencia de imponerle un cordón sanitario. El periodista y político socialista Giacomo Matteotti (1885-1924), asesinado por los “camisas negras”, defendía que “el fascismo no es una opinión, es un crimen”, y que en consecuencia no se le debía tratar como a una ideología más. Él documentó en un libro publicado el año de su muerte las atrocidades de los fascistas, dispuestos a mantener el poder a través del miedo. Esto sin embargo es poco conocido hoy, y se ha impuesto la idea de que la violencia sólo comenzó tras la promulgación de las leyes raciales de 1938 contra la población judía. En cualquier caso, tras el acceso al poder de Mussolini en 1922, la pérdida de libertades se produjo de forma progresiva.

Para los movimientos actuales que se inspiran en el fascismo o el nazismo, suelen usarse los términos neofascista o neonazi, que se sobreponen con otros como extrema derecha, para los grupos cuyos postulados van más allá de la derecha tradicional conservadora, y ultraderecha, para los que recurren a la violencia para lograr sus metas. Aclarado esto, el rasgo distintivo de toda la extrema derecha de hoy día es una xenofobia en la que no se suele hablar como antaño de “razas superiores”, sino de “culturas incompatibles”. Además de esto, el viejo antisemitismo ha sido sustituido en general por la islamofobia. Se combate la “extranjerización” de la sociedad, y suele haber una resistencia a atacar abiertamente la democracia, porque no se renuncia a llegar al poder a través de ella. Otras fobias comunes tienen por objeto el feminismo y los derechos LGTBI. Respecto a la economía, pueden hallarse desde proteccionistas e intervencionistas, hasta ultraliberales.

A Silvio Berlusconi (1936-2023) le corresponde un papel esencial en el blanqueo del fascismo en Italia. Magnate de los medios amenazado por múltiples causas judiciales, él diseñó un plan maestro para hacerse con el poder político y librarse de ellas, al tiempo que se presentaba nada menos que como un adalid de la lucha contra la corrupción. Así es como en 1994 ganó las elecciones y formó gobierno, apoyándose en los neofascistas del Movimiento Social Italiano y los populistas de la Liga Norte, campeones de xenofobia. En un país en el que el antifascismo se consideraba una seña de identidad, esto supuso un vuelco. Unos años después, Berlusconi tuvo que ver cómo la LigaNorte, metamorfoseada en la Liga, con liderazgo de Matteo Salvini y sacando provecho de las estrategias de la buena amiga de éste, Marine Le Pen y su Frente Nacional, se ganaba al electorado que tan fiel había sido al exCavaliere.

El “telefascismo” impuesto en Italia en la era Berlusconi llegó para quedarse, y no sólo en Italia. Las masas lobotomizadas en programas de entretenimiento ajenos a cualquier análisis o debate sobre la realidad, asimilan opiniones prefabricadas y votan previsiblemente cada cuatro años. Sidera analiza la contribución del centro izquierda a este desastre con un repaso de la biografía política de Matteo Renzi. Al perder en 2016 el referéndum de reforma constitucional que le demandaban los poderes económicos, éste dejó el país a punto para el golpe definitivo. La ausencia de alternativas de oposición verídicas y fiables, y la inconsciencia ante el peligro de retroceso democrático, fueron decisivas para el triunfo de la derecha extrema.

Otros actores y escenarios en la comedia identitaria

La degradación de la política en el capitalismo terminal propicia la aparición de fenómenos estrambóticos. El Movimiento 5 Estrellas, auspiciado por el cómico multimillonario Beppe Grillo, entusiasta admirador de Donald Trump, juega a una pretendida ambigüedad, que le hace proclamarse “ni fascista ni antifascista”,  pero su obsesión son los inmigrantes, con lo que tras vencer en las elecciones de 2018 aceptó compartir el poder con Matteo Salvini, aquejado de la misma fobia. Con el nuevo gobierno, las agresiones xenófobas se incrementaron preocupantemente. Otra pieza original del neofascismo italiano es el movimiento CasaPound, okupas de extrema derecha cruzados de la identidad cultural europea y por ello enemigos jurados de la inmigración.

En la reactivación del fascismo italiano se aprecia también la larga sombra del “amigo americano”. En 2017, cuando Steve Bannon, asesor de Donald Trump, dejó su cargo en la Casa Blanca, comenzó a orquestar una campaña de promoción de partidos de extrema derecha en Europa a través de The Movement, la organización que fundó, considerada una Internacional de la derecha populista. En un principio apostó fuerte por Salvini en Italia, y cuando éste cayó en desgracia por sus conexiones rusófilas y su gestión de la pandemia, por Giorgia Meloni, flamante triunfadora de las elecciones de 2022.

El libro aporta también datos alarmantes sobre cómo van las cosas en otros escenarios europeos. Alternativa por Alemania trata de compatibilizar su discurso de odio hacia los refugiados, los musulmanes y el ecologismo, con una estética “progre” y un tono amable. Enfatizan su carácter de movimiento popular, para diferenciarse de las élites, y han logrado hasta un 27 % de representación en algunos parlamentos regionales. ElPartido de la Libertad de Austria no va a la zaga y con sus diatribas xenófobas y explotando el miedo a la pérdida de identidad cultural europea, es ya la tercera fuerza política en el país.

Por lo que respecta a Francia, grupúsculos como Generación Identitaria reúnen armamento y se preparan para la “guerra racial”, conformándose mientras tanto con asaltar mezquitas y agredir a inmigrantes. Son una especie de brazo armado del Frente Nacional, cuyo surgimiento y sustrato ideológico Sidera  analiza en detalle. Alain de Benoist, Guillaume Faye y Jean-Claude Valle, entre otros, concibieron ya afínales de los 60 la Nouvelle Droite, una mezcla de autoritarismo identitario con valores de izquierdas, como solidaridad e incluso anticapitalismo. Es notable su insistencia en la necesidad de un esfuerzo intelectual para conquistar la hegemonía cultural, concepto que toman de Antonio Gramsci.

Suele subrayarse la diferencia entre España, donde el dictador murió en la cama, e Italia, donde fue colgado boca abajo en una gasolinera, pero la transición española, con su “atado y bien atado”, no deja de tener similitudes con la del país transalpino. El libro nos recuerda la impunidad de crímenes fascistas en éste, con tres amnistías en 1946, 1953 y 1966, y una incorporación de no pocos de sus autores a la administración y el ejército del nuevo estado. La Democracia Cristiana fue el instrumento, auspiciado por la Iglesia católica y el gobierno norteamericano, para controlar el país y a ella se afiliaron muchos camisas negras. Este partido fue la matriz de la política actual en Italia, del centro a los neofascistas.

Memoria y movilización contra los fantasmas de un futuro incierto

El libro concluye con dos testimonios relevantes. El primero es el de Umberto Eco, que en una conferencia en 1995 alertaba contra el resurgimiento del fascismo y señalaba los aspectos clave para identificarlo: culto a la tradición y la acción, sin renunciar a la violencia, nacionalismo y xenofobia, denuncia permanente del peligro de un enemigo externo y persecución de la disidencia. Estos rasgos los vamos a encontrar a pesar de los ropajes inesperados que puede llegar a vestir el monstruo.

El otro testimonio es el de Liliana Segre. Esta mujer judía, nacida en 1930 y deportada a Auschwitz en 1943, desde 1990 ofrece conferencias por toda Italia y encarna hoy el espíritu de resistencia contra las nuevas formas de xenofobia. Sus protestas cuando en 2018 Matteo Salvini planteó realizar un censo de gitanos en el país para expulsar a cuantos fuera posible,  tuvieron enorme resonancia y la convirtieron en objetivo de los ultras, hasta el punto de necesitar escolta.

En una encuesta de 2019, casi la mitad de los italianos se declaraba partidario del acceso al poder de un hombre fuerte, que no tuviera que depender de parlamentos ni elecciones. Es un hecho que el fascismo renace vigoroso en el miedo de los europeos a perder su forma de vida frente a los que huyen de los estragos del capitalismo en otras regiones. Alba Sidera nos muestra en Fascismo persistente los detalles de lo que está ocurriendo en Italia, pero todos estamos en el mismo barco y en otros países el escenario no es muy diferente.

En estas condiciones, lo fundamental para que los pueblos de la vieja Europa resistan los cantos de sirena de totalitarismos que regresan sólo puede ser una toma de conciencia sobre la situación del mundo y sus causas. El velo tejido desde el poder, con sus instrumentos de desinformación y control ideológico, debe caer para que veamos que los problemas económicos y sociales que nos aquejan sólo pueden tener solución a través de una profunda y auténtica democracia y una política radical que se enfrente al sistema económico letal que rige el planeta.

Sin embargo, y para acabar de nublar el panorama, la mayor parte de la izquierda que opera desde dentro del sistema ha renunciado a afrontar la realidad y se empecina en un discurso errático, disperso en bagatelas y espejismos, incapaz de ofrecer alternativas al desastre.