Primera versión en Rebelión el 28 de agosto de 2019

Cuando abandona su tierra en agosto de 1921, a Néstor Majnó, cosido a heridas y enfermo de tuberculosis, le quedan trece años de vida que se repartirán entre un calvario de internamientos y amenazas judiciales en Rumanía y Polonia hasta 1925, y una relativa tranquilidad en Francia después, hasta su fallecimiento en 1934. En estos años lo veremos alejado del protagonismo y la responsabilidad histórica que había recaído sobre él hasta ese momento, dedicado a escribir, a combatir prosaicas dificultades materiales, o enzarzado en discusiones teóricas con viejos compañeros. No obstante, su obsesión primordial será preservar la memoria y el buen nombre del proceso en el que tuvo un papel tan destacado.

Recordar la calma tras la batalla que significó este amargo exilio nos ha de ayudar a perfilar la personalidad del hombre que siempre estuvo detrás del líder carismático, y a interpretar así mejor algunos rasgos de la Revolución majnovista. Los datos presentados están extraídos fundamentalmente del monumental trabajo de Alexander Skirda que se cita al final.

Rumanía (agosto de 1921 – abril de 1922)

Es a principios de agosto de 1921, cuando acosado por el Ejército rojo e imposibilitado por sus múltiples heridas, Néstor Majnó toma la decisión, tras consultar con el resto de destacamentos insurgentes, de retirarse con el suyo a Polonia. Su mujer, Galina Kuzmenko les acompaña. Las dificultades de la huida sin embargo dan con todos en la “Gran Rumanía” de Fernando I, enfrentada a los bolcheviques, donde son internados en un campo. Aunque no existían relaciones diplomáticas entre los dos gobiernos, el Kremlin exige en seguida la entrega del “bandido Majnó”, petición que es rechazada por los rumanos, a pesar de que se les chantajea con el asunto de Besarabia, región que acaban de recuperar.

Para evitar su extradición, los reclusos se ven forzados a buscar el apoyo de los nacionalistas ucranianos (petliuristas), bien relacionados con los dirigentes de Rumanía y Polonia y de hecho asentados actualmente en este último país, pero éstos desconfían de su sobrevenido interés por la liberación nacional de Ucrania. En abril de 1922, ante una situación bloqueada y peligrosa, y con cierta aquiescencia por parte de los rumanos a los que no desagrada deshacerse de un huésped tan incómodo, Néstor Majnó escapa del campo con algunos de sus compañeros y consigue llegar a Polonia, donde todos son aceptados, aunque de nuevo se les interna.

Polonia (abril de 1922 – abril de 1925)

Los polacos comprenden perfectamente que Néstor Majnó es una buena baza en su conflicto con el Kremlin por el control de Ucrania, y le presionan para que alcance una alianza con los petliuristas, pero el de Guliaipole se escabulle y se concentra en conseguir que se le permita viajar a Alemania o Checoslovaquia. Los bolcheviques por su parte, no tardan en ofrecerle un acuerdo para que trabaje para ellos liderando con apoyo soviético una revuelta en la Ucrania occidental que ha quedado en poder de los polacos tras el tratado de Riga de marzo de 1921. Aunque él rechaza esta envenenada oferta, desde Moscú se las arreglan para poner en manos de los polacos evidencias falsificadas de unas supuestas maquinaciones en este sentido, organizando un simulacro de intento de fuga a comienzos de agosto. Esto hace que, con Galina y dos compañeros, Néstor sea trasladado a la prisión de Varsovia y se instruya un proceso contra todos ellos por atentar contra la seguridad de Polonia.

La persecución judicial se prolonga hasta finales de 1923 y da lugar a muestras de solidaridad en todo el mundo. Tras la sentencia absolutoria, los acusados son liberados. En abril de 1925 Néstor, Galina y la pequeña Yelena Néstorova, nacida en prisión en 1922, consiguen reunirse en la capital de Francia.

París (abril de 1925 – julio de 1934)

La estancia de Néstor Majnó en Francia va a estar marcada por una relativa tranquilidad que contrasta con todo lo que ha sido su existencia hasta entonces. Se ganará la vida con una gran variedad de oficios manuales, de tornero, pintor o zapatero a tramoyista en la ópera de París o mecánico en la Renault, pero su delicado estado de salud hará que el trabajo de Galina, en fábricas de zapatos, lavanderías o como empleada doméstica o en pequeñas tiendas, sea esencial en muchos momentos para la subsistencia de la familia. También recibieron algunas ayudas de anarquistas de todo el mundo, aunque según los minuciosos datos aportados por Skirda en su libro, estos fondos en los últimos años no siempre llegaron a sus destinatarios.

Inservible el sable, la pluma es ahora el instrumento de lucha para Néstor Majnó y ya en 1925, con Piotr Arshínov y otros exiliados, se las arregla para sacar adelante Dielo trudá (La causa del trabajo) una revista libertaria bimensual en lengua rusa de gran nivel teórico que llevará un artículo suyo en todos sus números. Algunas de las ideas dominantes de esta publicación cristalizan en 1926 en un panfleto titulado Plate-forme organisationnelle de l’union général des anarchistes (projet), en el que recogiendo las enseñanzas de la experiencia ucraniana se aboga por dotar al movimiento ácrata de una cierta organización que le permita funcionar óptimamente. Además de esto, Néstor trabaja en sus memorias, cuyo primer volumen aparece en traducción francesa en 1927.

Las críticas al proyecto plataformista no se hicieron esperar y sus más destacados detractores fueron Volin y Errico Malatesta, que veían en él un intento de bolchevizar el anarquismo. El enfrentamiento entre Néstor y Volin se vio agravado también por una agria polémica a raíz de un artículo del primero en el que rebatía afirmaciones del historiador ruso Mijaíl Kubanin y de pasada comentaba algunas inconsistencias de Volin que habían dado pie a las tesis de Kubanin. Esto fue tomado a la tremenda por Volin y provocó a un vitriólico cruce de acusaciones en letra impresa que aniquiló la escasa amistad existente entre los dos anarquistas. El distanciamiento puede haber influido en el retrato que se da de Néstor en La revolución desconocida, con acusaciones para las que historiadores como Skirda, que ha estudiado concienzudamente los datos disponibles, no hallan fundamento.

En julio de 1927 Néstor Majnó recibió la visita de Francisco Ascaso y Buenaventura Durruti, prófugos de la dictadura de Primo de Rivera. Las crónicas del encuentro nos describen a un Néstor ya enfermo y debilitado, pero que se entusiasma ante la perspectiva de que su lucha renazca, y ahora además con la circunstancia favorable de un “sentido de la organización” que, un poco optimistamente, atribuye a los españoles, y según él podría marcar la diferencia con la experiencia de Ucrania. Llega a ofrecer su ayuda, con el coraje del que puede presumir de “no haber rechazado nunca un combate”.

En 1931 Piotr Arshínov se reconcilia con los bolcheviques, y dos años después regresa a la URSS. Influyen en esta decisión, casi incomprensible, la ruptura con muchos viejos amigos por el asunto de la Plataforma, las quejas de su mujer, que no se adapta a la emigración, y la protección otorgada por un antiguo compañero de celda, Sergó Orzhonikidze, que se ha convertido en íntimo colaborador de Stalin. Tras el suicidio de su valedor en 1937, Arshínov será fusilado, con cargos, que quisiéramos creer, de “intentar restaurar el anarquismo en Rusia”. La defección del viejo camarada fue el golpe de gracia para un Néstor Majnó en el estadio terminal de su tuberculosis. Vivió unos meses muy duros y al fin hubo de ser internado en el hospital Tenon, donde falleció el 25 de julio de 1934. Sus cenizas reposan en el cementerio Père Lachaise, muy cerca del Mure des fédérés donde están enterradas muchas víctimas de la represión de la Comuna de París de 1871.

Galina Kuzmenko y Yelena Néstorova trabajaron en Alemania durante la guerra mundial y luego fueron detenidas por el NKVD y enviadas a la URSS, donde Galina estuvo encarcelada hasta 1954. Después a las dos se les asignó residencia en Taraz (Kazajstán) y allí vivieron hasta sus fallecimientos en 1978 y 1993 respectivamente. Semánov, el historiador  soviético, que entrevistó a Yelena en 1968, nos habla de una mujer atractiva con fuerte acento francés, amargada por las persecuciones y sinsabores que su origen le había regalado a lo largo de toda su existencia, y con amables recuerdos de un padre cariñoso en una casa siempre llena de gente, libros y periódicos.

 

Documentación utilizada:

Nestor Makhno-Anarchy’s cossack. The struggle for free soviets in the Ukraine (1917-1921) de Alexander Skirda (2004).

Durruti en la Revolución española de Abel Paz (2004)

Souvenirs sur Nestor Makhno de Ida Mett (1984).

La revolución desconocida de Volin (1947).

Historia del movimiento majnovista de Piotr A. Arshínov (1924).