Primera versión en Rebelión el 3 de noviembre de 2020

Vivimos en un mundo donde los flujos de información que crean la imagen que tenemos de él están dominados por grandes corporaciones mediáticas, auténticas fabricantes de opinión. Los relatos del poder nos asaltan en todos los soportes y formatos a cada momento, mientras la realidad se escabulle y se silencian las tropelías consumadas contra la inmensa mayoría.

Este contexto global nos obliga a plantearnos si un oficio de informar que merezca tal nombre sigue siendo posible hoy. El periodista Enric Llopis (1971) ha escrito Plumas rebeldes, que acaba de aparecer en autoedición, justamente para responder afirmativamente a esto, y nos presenta en el libro nueve trayectorias profesionales que son la prueba de ello. En escenarios que van de Latinoamérica a Europa y Oriente Medio, las evidencias reunidas muestran que existen otras formas de elaborar y transmitir las noticias. Llopis es colaborador habitual de Rebelión y Resumen Latinoamericano, y autor de: Gente Precaria. La rebelión de los frigoríficos vacíos (Alfaqueque, 2015), La batalla de l’Horta. Cinc dècades de resistència silenciada (Sembra Llibres, 2016) y Cabanyal Zona Zero. Cròniques de la resistència (Zambra-Baladre, 2018).

José Daniel Fierro, del Consejo Editor de Rebelión, destaca en el prólogo de la obra algunos aspectos fundamentales a la hora de construir una alternativa a los medios sistémicos. Si es necesario denunciar las injusticias, la veracidad y el rigor son imprescindibles, pero no han de confundirse con una aséptica equidistancia entre los criminales y sus víctimas, que es moralmente inaceptable. Los relatos del poder que tratan de ocultar la realidad deben ser desenmascarados, y no respetados al mismo nivel que sus impugnaciones para salvaguardar una pretendida “objetividad”.

Insiste Fierro también en la amplitud de la lucha, protagonizada por “miles de hombres y mujeres que, en distintas partes del mundo, han dignificado la profesión periodística”, sin olvidar a quienes aportan su esfuerzo desde los medios dominantes, y muestra con ejemplos que la escasez de recursos no es un obstáculo insalvable, ni está reñida con la profesionalidad y el rigor informativo.

Un capítulo introductorio sirve a Llopis para recordar a maestros como Rodolfo Walsh, Pepe Rei, Eduardo Haro Tecglen o Javier Ortiz, abanderados de maneras diferentes de ejercer el periodismo que pusieron las bases para las experiencias de hoy mismo. Éstas se presentan después, combinando la información sobre los autores reseñados con sus declaraciones en entrevistas, muchas de ellas del propio Llopis, y atendiendo especialmente a las metodologías de trabajo de cada uno para enfrentarse a los sucesos y darlos a conocer.

Nueve plumas rebeldes

Raúl Zibechi (Montevideo, 1952) participó muy joven en las luchas revolucionarias de su país, lo que le obligó en 1978 a exiliarse a Argentina, y posteriormente a España. Durante los 80 y 90, sus viajes por Latinoamérica promovieron una evolución ideológica desde el marxismo-leninismo de sus comienzos, al indigenismo y socialismo autogestionario y horizontal que inspira la veintena de libros que ha publicado desde 1995, paralelamente a sus artículos periodísticos.

Plumas rebeldes nos acerca a su dinámica de trabajo actual, instalado en su país, pero viajando frecuentemente para contactar con los movimientos sociales a los que se siente ligado. También nos detalla sus lecturas e influencias, su interés creciente por la dimensión geopolítica de los hechos que analiza, y su predilección, a la hora de escribir, por la crónica, género óptimo para transmitir las vivencias de masas populares en pugna con el poder.

Respecto al papel desempeñado por los gobiernos progresistas en América Latina, Zibechi valora sus políticas que disminuyeron la pobreza, pero critica su dependencia del extractivismo, las nuevas elites que promovieron y su fracaso en la reducción de desigualdades. Como método de trabajo recomienda mezclarse con la gente, escuchar mucho y olvidar lo más posible las anteojeras ideológicas.

Teresa Aranguren (Artziniega, Álava, 1944) era profesora de filosofía en Madrid, pero su traslado a Jordania en 1981 para impartir clases de español la llevó a conocer la situación de los refugiados palestinos y publicó varios reportajes sobre ellos. Tras su regreso a España, fue reclutada como corresponsal de Mundo Obrero en zonas de conflicto, y así, en 1982 viajó al Líbano en guerra, desde donde informó de la tragedia que vivía el país.

A partir de 1985, Aranguren trabajó en Interviú y El Independiente, y luego en TeleMadrid más de quince años. En esta época va a cubrir la guerra entre Irán e Irak, la primera del Golfo y la de los Balcanes, así como algunas de las crisis posteriores en Oriente Medio, esforzándose siempre en dar voz a los excluidos y mostrar sin afeites los infortunios de los civiles. Son notables en este sentido sus reportajes sobre el apartheid israelí, expuesto también en dos libros que tratan de dar a conocer el dolor inhumano de la guerra y el expolio: Palestina. El hilo de la memoria (2004) y Olivo roto: Escenas de la ocupación (2006).

Carlos Aznárez (Buenos Aires, 1947) militó bastantes años en el sindicalismo revolucionario peronista y participó en los medios del movimiento, actuando en la clandestinidad entre 1974 y 1978. En 1979, a partir de un encuentro en Madrid entre exiliados argentinos, inicia su singladura Resumen Latinoamericano, revistaque va a contar con colaboraciones de Osvaldo Bayer, Mario Benedetti, Eduardo Galeano y Augusto Roa Bastos, entre otros, y que se logra que aparezca quincenalmente hasta 1983. Después, tras un paréntesis de una década, sigue editándose hasta hoy, con Aznárez de director. Sus promotores intentaron que esta publicación, “antidictatorial, antiimperialista y anticapitalista”, fuera punto de encuentro, discusión y coordinación para las luchas sociales emancipadoras que se dan por toda América Latina, sin renunciar a ocuparse de las de otras regiones del mundo. En la actualidad, la edición impresa se combina con un portal web y emisiones de radio y televisión, en un proyecto ambicioso y cabal de información alternativa.

En Plumas rebeldes se repasan en detalle las colaboraciones de Aznárez en los medios y editoriales de la izquierda abertzale, para los que ha preparado gran cantidad de trabajos sobre cuestiones latinoamericanas y ha escrito varios libros. Se incluye también una entrevista en la que deja clara la influencia sobre él del maestro de periodistas que fue Rodolfo Walsh.

Luis Hernández Navarro (Ciudad de México, 1955), hijo de exiliados españoles, realizó estudios de antropología, que hizo compatibles con una temprana dedicación al sindicalismo revolucionario, y ha publicado libros sobre las reivindicaciones de los maestros y los indígenas mexicanos. Tras la revuelta zapatista de 1994, trató de explicar en conferencias por todo el país sus causas y significado, y ejerció luego de mediador en el conflicto. En 1993 empezó a colaborar en el La Jornada, donde a día de hoy es coordinador de Opinión. Este diario, que vio la luz en 1984, ha conseguido convertirse en una referencia global con su tratamiento agudo y certero de los asuntos de actualidad, que no renuncia a la crítica contundente.

Hernández Navarro nos describe en una entrevista su forma de trabajo, basada en el precepto: “Quien no ha investigado, no tiene derecho a hablar”, aunque afirma no creer en la superespecialización. Apuesta también por la crónica como herramienta de comunicación, capaz de transmitir empatía, y respecto a los movimientos sociales nos dice: “Intento no sólo documentarlos, sino, también, explicar su naturaleza y sus propósitos, las razones de su origen y permanencia, su capacidad para nadar a contracorriente, las características de sus liderazgos. Encuentro en ellos a los sujetos de la emancipación y un motivo de esperanza, una simiente ética.”

Lola Bañon (Benetússer, Valencia, 1964) comenzó a trabajar en 1989 en los servicios informativos de la televisión pública valenciana, en la que a partir de la primera guerra del Golfo (1990-1991) pasó a ocuparse de la sección internacional. Tras su primer viaje en 1995 a Palestina, ha vuelto allí en más de cincuenta ocasiones y sobre la situación en este ultrajado país ha escrito crónicas y realizado entrevistas, entre ellas varias a Yaser Arafat; también es autora del libro Palestinos (2002). Bañon reconoce como maestros a Robert Fisk, Tomás Alcoverro, Gideon Levy y Michel Warschawski.

Profesora de Periodismo en la Universitat de València, Bañon insiste en sus clases en la importancia de mantener unos principios claros en el tratamiento de la información: rigor en el análisis y contraste de las fuentes, y esfuerzo en estructurar el mensaje de forma que sea asimilable por quien lo recibe. En el relato sobre Palestina, considera necesario huir de las tentaciones de equidistancia en una situación que no es otra cosa que la ocupación e imposición de un pueblo sobre otro.

Josefina Juste (Valencia, 1947) partió al exilio muy joven con su familia y recorrió diversos países de Sudamérica, se licenció en Historia por la Universidad de Buenos Aires y participó en la Universidad Popular Madres de la Plaza de Mayo. En 1991 regresó a Valencia y a partir de su fundación en 2000, elaboró para la revista quincenal L’Avanç artículos sobre la situación social y económica en Argentina, Uruguay y Bolivia. Ha trabajado también con redes que tratan de promover los derechos de las personas con discapacidad.

Radio Klara, la emisora libre y libertaria de la ciudad de Valencia, ha tenido a partir de 2002 y durante 17 años a Josefina Juste, junto a otras compañeras, al frente del programa de CGT-País Valenciano Mujeres Libres. Esta colaboración le ha servido para repasar la historia de los proyectos emancipadores, pero también para analizar los conflictos de hoy mismo en todo el mundo, y a fin de cuentas, para “mostrar las cosas que están sucediendo y que los medios de comunicación no toman en cuenta… Y son cosas importantes”. Lúcidamente, en un momento de una entrevista señala: “Los medios informativos son, en definitiva, medios permitidos, promovidos y prohijados por el sistema; me hace gracia cuando dicen que son ‘democráticos’, ¿cómo se eligen los contenidos que van a publicarse o transmitirse?”.

Pascual Serrano (Valencia, 1964) se licenció en Ciencias de la Información y participó a finales de los 90 en la creación del diario digital Rebelión. Entre 2006 y 2007 fue asesor editorial de Telesur, y aparte de sus colaboraciones en distintos medios, es autor de una quincena de libros en los que ha analizado sobre todo el papel de los mass media hegemónicos en el mundo actual. Ha realizado un gran número de estancias en países de Latinoamérica y Oriente Medio, y según confiesa, “conocer esos otros lugares, sus circunstancias, sus luchas y sus tragedias te ayuda a ver todo con mucha más perspectiva y ser más sensible a cualquier injusticia en cualquier lugar del mundo.

En la extensa entrevista reproducida en el libro, Serrano nos habla de algunas experiencias que han marcado su vida profesional: “La combatividad de Hezbolá en el Líbano y la tragedia palestina que vi en Gaza y en los campos de refugiados del Líbano. La complejidad política de México, donde nada es lo que parece. La idiosincrasia del pueblo maya en Chiapas y Guatemala, donde entrevisté a los líderes de las guerrillas. La heterogeneidad de Brasil, visitando las favelas y compartiendo en los foros sociales. La pasión revolucionaria en los barrios populares de Caracas donde cada conversación es una lección. La dignidad y humildad de los bolivianos, orgullosos de un presidente indígena. La cercanía a Europa de la izquierda argentina, tan lúcida como compleja.”  Recuerda también a los maestros que reconoce en el oficio, como Rodolfo Walsh, y su luminosa idea de “utilizar la máquina de escribir (o el ordenador hoy) como un arma de guerra con la verdad como munición.”

Michel Collon (Ixelles, Bélgica, 1946) fundó en 2004 el colectivo y portal de Internet Investig’Action, para la difusión de información alternativa y dar la palabra a los que han sido privados de ella. Las mentiras mediáticas, las relaciones Norte-Sur y la propaganda de guerra son los motivos más insistentes en sus artículos y libros. Entre estos últimos, ¡Ojo con los media!, publicado en castellano en 1995, muestra el papel esencial de las noticias fabricadas para justificar las agresiones imperiales.   

En el portal web de Investig’Action se recopilan las labores del colectivo, con apartados sobre América Latina, Asia, África, Bélgica y Estados Unidos. La situación en Venezuela ha sido analizada a fondo por Collon, así como la guerra de la ex Yugoslavia, la de Libia o la de Siria, acontecimientos complejos todos ellos, pero que, según él, ponen al descubierto una verdad muy simple: “Nos hacen creer que la OTAN depende del carácter de Bush, Obama o Nixon, cuando son unos empleados: las cosas ocurren a un nivel mucho más profundo… Todas las guerras de la OTAN son económicas y de saqueo.” Su conclusión es tajante: “La OTAN es una asociación criminal y habría que disolverla”.

Rosa Solbes (Alicante, 1950) terminó en 1971 los estudios en la Escuela de Periodismo de Valencia y se incorporó, tras su fundación en 1977, a la redacción de la revista Cal Dir, ligada al Partido Comunista del País Valenciano. Desde ella apoyó movimientos asamblearios y reivindicaciones obreras, y denunció corruptelas y resabios franquistas, mientras compatibilizaba este trabajo, gratis et amore, con otros en publicaciones comerciales para ganarse el pan de cada día.

A finales de los 70, Solbes se unió al equipo de Valencia Semanal, revista valencianista y de izquierdas para la que realizó entrevistas y reportajes. Los asuntos de éstos iban de los problemas del campo valenciano, contra los que proponía como remedio, cooperativismo y sindicalismo, hasta el terrorismo de ultraderecha que asoló la región durante la transición, sin dejar de lado los conflictos sociales que se daban en todos los ámbitos. Su método de trabajo lo sintetiza en una entrevista con estas palabras: “La suma del instinto y la técnica es lo que hace un tema interesante; sea más largo, más corto, novedoso o vulgar, es lo que le da la chispa. Además yo no he tenido miedo de implicarme; hay una parte que es la que tú pones… Y que yo le llamo escribir con las tripas.”

Otro periodismo para un mundo desinformado

La situación que vivimos en la actualidad presenta algunos rasgos que no se habían dado nunca en la historia. Por un lado, las desigualdades generadas por la dinámica del capital son tan espeluznantes hoy como lo han sido siempre, pero hay que reconocer que esa misma dinámica, con los desarrollos tecnológicos a ella ligados, ha creado en nuestro tiempo herramientas de comunicación cuasimilagrosas y fácilmente accesibles, que resultan extraordinarias a la hora de hacer circular la información. Nunca antes había sido posible lo que vemos ahora a cada momento sin que casi parezca impresionarnos. En estas circunstancias, la lucha global por la justicia dispone de instrumentos que no podíamos haber imaginado.

El reto es formidable, pero las nueve trayectorias reseñadas en Plumas rebeldes muestran con claridad que, en un mundo de injusticias, el instinto de protesta encuentra caminos para darlas a conocer y promover la solidaridad y la empatía. El trabajo puede hacerse en ocasiones desde medios convencionales o en otras desde los que crean los propios activistas, sacando provecho de las nuevas tecnologías. En todos los casos, queda claro que contra la máquina de propaganda del poder y sus relatos torticeros, y compitiendo con el humo narcótico de la industria del entretenimiento, la voz que llama a la solidaridad puede hacerse oír hoy más que nunca.

Las plumas rebeldes que Enric Llopis ha seleccionado nos demuestran que en una enorme variedad de escenarios hay periodistas que trabajan con los oídos bien atentos a los desmanes del capital y sus imperios. Ellos son la voz de los sin voz y dan a conocer las dinámicas que los desposeídos desarrollan y los movimientos sociales que ponen en marcha para hacer valer sus derechos. Fraternales  y a la vez capaces de una crítica constructiva sobre los errores que pueden cometerse, los profesionales de la información afrontan el reto fundamental de visibilizar la lucha por la justicia y hacer que llegue a todos los rincones.